El juego entró en Europa a
través de varios caminos. Uno de los primeros contactos se produjo a través del
Imperio bizantino, especialmente en Constantinopla. El ajedrez bizantino o
zatrikion, se distingue sin embargo del shatranj. Los varegos trajeron el juego
de Constantinopla (Miklagard, para ellos) a Rusia, donde desde comienzos del
siglo octavo comenzó a jugarse. A través de los árabes llegó el ajedrez en el
siglo noveno a España. El texto europeo más antiguo, en el que se contienen las
reglas del juego, es un libro del alto medioevo, titulado Versus de Scachis
escrito en versos latinos por un compositor anónimo del siglo décimo. Procede
probablemente de entre los años 900 y 950 y de Italia septentrional.9 Del siglo
duodécimo procede un poemario compuesto en hebreo por el filósofo sefardí
Abraham ibn Ezra (* 1089–† 1164). En el siglo décimo tercero se compuso bajo el
patrocinio del rey Alfonso X un famoso manuscrito titulado Libro de los juegos
y que trata sobre ajedrez, tablas reales (hoy backgammon) y dados. Desde España
se expandió hacia Italia y la Provenza. De ahí, por ejemplo, los nombres de dos
famosas aperturas: la española y la italiana.
En el año 1498 apareció un
libro de ajedrez de Luis Ramírez de Lucena: Repeticion de Amores e Arte de
Axedres con CL Juegos de Partido. Pero la caligrafía gótica con que está
escrito sólo surge hacia 1500, con lo que la autoría y la datación no están
claras. Contiene doce aperturas según las nuevas reglas y treinta problemas de
ajedrez. Hacia 1512 aparece en Roma el libro de aprendizaje de Pedro Damiano
titulado Questo libro e da imparare giocare a scachi et de le partite. Esta
primera edición marcó el comienzo del ajedrez moderno. Como consecuencia parece
que surgieron círculos ajedrecistas especialmente en la Península Ibérica y en
Italia. A finales del siglo décimo sexto era Ruy López de Segura el mejor
jugador del mundo. Fue derrotado en 1575 en el primer torneo internacional de
la historia organizado en la corte de Felipe II por el calabrés Giovanni
Leonardo da Cutro, quien a continuación venció también al mejor jugador
portugués, El Morro, y de regreso en Madrid, a su paisano Paolo Boi. De entre
los mejores ajedrecistas de su tiempo destaca también Giulio Cesare Polerio.
Estas personalidades fundaron la época dorada del ajedrez italiano, que
finalizó en 1634 con Alessandro Salvio y la muerte de Gioacchino Greco.
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